La inteligencia en el proceso de conocimiento.


El concepto se expresa en un sonido significante, una «voz exterior», la «palabra de la boca». Las palabras significan inmediatamente los conceptos del intelecto y, mediante ellos, las cosas mismas. De este modo, a través de los verbos mentales, expresados en un lenguaje conocemos las cosas como son.

En el conocimiento intervienen tanto el objeto extramental como el sujeto cognoscente. Consiste, de hecho, en una relación de conformidad o de identidad intencional entre ambos. El verbo mental, por tanto, es el resultado de dos factores: el objeto sensible y el sujeto cognoscente.

El objeto sensible:


Al ser inteligible por naturaleza y proporcionado a nuestra inteligencia, el objeto está siempre abierto a ser conocido. Su esencia está individualizada (tiene una substancia y accidentes) y está compuesta de materia – con sus determinaciones individuantes – y de forma – con sus aspectos universales. Opera físicamente sobre lo sentidos con sus cualidades activas, los sensibles, que activan una reacción por parte del órgano de los sentidos. Al mismo tiempo, muestra a la inteligencia sus aspectos universales, inmateriales, permanentes, o sea, su forma substancial y sus formas accidentales. 


El sujeto cognoscente:


Ahora bien, para que el estímulo físico del objeto sensible pueda influir sobre el acto de la sensación, se requiere que el órgano de los sentidos reaccione con su capacidad particular, transformando, de algún modo, ese estímulo en una cualidad de orden biofísico o bioquímico. La sensación interna se encargará de organizar estas cualidades con la formación del «fantasma» o imagen sensible, que se presentará al intelecto. La inteligencia activa abstrae esta imagen poniendo al descubierto sus elementos inteligibles, y la inteligencia pasiva produce el verbo mental o «especie» (concepto, juicio, raciocinio), que se expresará después 
en una palabra, proposición o frases. 

La adæquatio rei et intellectus:

De este modo, se obtiene la conformidad entre ambos términos de la relación, el objeto y el sujeto. A través del acto intelectual del conocimiento, lo conocido y el que conoce en cuanto tales, son la misma cosa. El objeto inteligible es exactamente el mismo en el concepto y en la realidad. La única diferencia está en el modo de existencia: en la inteligencia existe de modo inmaterial y abstracto; en la realidad, de modo material y concreto. 

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